La reanudación de la entrega de visados se da tras meses de tímidos acercamientos entre Washington y La Habana. Asimismo, en 2022 se registró el mayor éxodo de cubanos en dirección hacia Estados Unidos.
La embajada de Estados Unidos en Cuba reanudó sus servicios consulares y la tramitación de visados tras una pausa de más de cinco años, durante la administración de Donald Trump en la Casa Blanca.
El anuncio de la medida se hizo a inicios de noviembre, tras una reunión en la capital insular de la secretaría de Estado Adjunta para Asuntos Consulares, Rena Bitter, y la directora de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU., Ur Mendoza Jaddou, con el viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío.
Meses antes, Washington explicó que las visas proporcionan a las personas aptas para solicitarlos una vía de migración «segura y ordenada».
El reinicio de operaciones se da tras unos meses de tímidos acercamientos entre Washington y La Habana, en los que la migración ha tenido un papel central. Además, ha coincidido con el mayor éxodo de cubanos a EE. UU. en la historia reciente.
Hasta el 30 de noviembre pasado, 290.338 insulares llegaron a Estados Unidos a través de la frontera con México, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP, por sus siglas en inglés). Antes de la reanudación en la sede diplomática en La Habana, los cubanos viajaban a hacer sus trámites migratorios a Guyana, lo que suponía una carga económica extra que no muchos se podían permitir.
En paralelo, los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de EE.UU. (USCIS) están incrementando su personal en La Habana para tramitar de forma «efectiva y eficiente» los casos y llevar a cabo entrevistas.
El paro en la embajada se originó tras detectarse unos inexplicables problemas de salud del personal norteamericano en la legación.
El entonces presidente Trump acusó al Gobierno cubano de ser responsable de «ataques acústicos» a los trabajadores diplomáticos en la isla, lo que utilizó como pretexto para romper con el «deshielo» que habían impulsado su predecesor, Barack Obama (2009-2017), y el expresidente cubano Raúl Castro.
La Habana, por su parte, negó cualquier responsabilidad en el caso y puso en marcha una comisión de expertos que no halló evidencias científicas o criminales que vincularan los síntomas con posibles ataques sónicos, con microondas u otra acción deliberada.
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