Laredo se enfrenta al muro… otra vez

Roque Haynes dirigió su llamado directamente al alcalde de Laredo el pasado viernes, cuando la ciudad fronteriza del sur de Texas se enfrentaba a un adversario contra el que sus ciudadanos llevan luchando casi una década: el muro fronterizo del presidente Donald Trump.

“En esta hora oscura para Laredo, necesitamos un hombre de valentía, un hombre de convicción”, imploró Haynes, ecologista de 56 años, al alcalde Victor Treviño en la reunión del Ayuntamiento de Laredo, que había sido convocada para abordar la barrera fronteriza que en su día fue el símbolo de las políticas migratorias de Trump. “Necesitamos de ti la fuerza de un Winston Churchill para derrotar esta amenaza inminente, no el apaciguamiento y la debilidad de un Neville Chamberlain”.

Puede que Laredo no sea un Múnich en el río Grande, pero para el alcalde Treviño, quien también es médico de familia, la determinación churchilliana parecía escasear.

Su ciudad se enfrenta a un gobierno decidido en Washington, aliado con un gobierno estatal conservador y abastecido por un Congreso complaciente que este verano aprobó decenas de miles de millones de dólares para construir un muro que se había estancado durante el primer mandato de Trump.

Durante todo el tiempo que el gobierno federal ha hablado de un muro fronterizo, la gente de Laredo se ha opuesto a él. Lo han calificado de “fea monstruosidad” que pisotearía las propiedades de los residentes y dañaría los lazos con México, un socio comercial fundamental con el que comparten una historia.

Pero el muro llegará “independientemente de si funciona o no”, dijo el alcalde en una entrevista. Y añadió: “bien podríamos colaborar o negociar”.

En el primer mandato de Trump, el muro fronterizo llegó a simbolizar el deseo del presidente de hacer frente a la inmigración ilegal. Pero ante un Congreso tacaño y un aluvión de demandas de hacendados y grupos ecologistas, su gobierno construyó unos 730 kilómetros de muro fronterizo, muy lejos de los más de 3,200 kilómetros que prometió alguna vez. Después, el presidente Joe Biden paralizó en gran medida la construcción.

Durante el segundo mandato de Trump, los cruces fronterizos no autorizados se han desplomado, y las políticas federales migratorias se han orientado hacia la aplicación de la ley en el interior y las deportaciones masivas. Para el público, el muro casi se ha borrado de la memoria.

 

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