El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convocó este viernes de urgencia una conferencia de prensa en la Casa Blanca para celebrar el trascendental fallo del Tribunal Supremo, conocido una hora antes, que limita el poder de los jueces federales para dictar resoluciones que se opongan a las decisiones ejecutivas presidenciales. Supone, dijo a los reporteros apiñados en la sala de prensa, “una victoria monumental para la Constitución, la separación de poderes y el Estado de derecho”. El republicano también prometió que su Administración seguirá “luchando” para acabar con la ciudadanía por nacimiento para los hijos de los inmigrantes en situación irregular.
Porque en ese derecho estaba el origen del caso sobre el que falló el Supremo este viernes. El alto tribunal fue requerido para que interviniera a causa de un decreto que dictó Trump en su primer día de vuelta en el Despacho Oval. Entonces, ordenó acabar con la concesión automática de la nacionalidad para los hijos, nacidos en Estados Unidos, de los indocumentados. Esa decisión suscitó tres demandas distintas, y tres tribunales federales fallaron que su aplicación era ilegal, lo que paró su entrada en vigor.
El Supremo no entró en la constitucionalidad de esa decisión ejecutiva, pero sí dijo que los jueces federales ya no tendrán, como hasta ahora, el poder de emitir una resolución con efecto en todo el país, sino que sus fallos solo serán de aplicación para los demandantes de cada caso en concreto. También dieron 30 días para la entrada parcial del decreto en disputa, un tiempo en el que se da por descontado que llegarán nuevas demandas, previsiblemente, colectivas, que hacen poco probable que la orden ejecutiva sobreviva.
En su comparecencia ante los reporteros —entre los que había un puñado de simpatizantes de Trump, como uno que sugirió, entre las risas de los que estaban tras el atril, que el Departamento de Justicia investigue a quien lo investigó cuando no era presidente—, Trump vinculó el fallo del Supremo con el avance de su agenda antiinmigración y aprovechó para desplegar una retórica xenófoba a la que tiene acostumbrada a la opinión pública estadounidense.
Dijo que la sentencia ponía en su sitio a “los jueces izquierdistas radicales” que, advirtió, “son una amenaza para la democracia” y le han tumbado “más decisiones que en todo el siglo XX”. Como consecuencia, aseguró, desde que volvió al Despacho Oval están parando su agenda, cuyos críticos acusan de coquetear con el autoritarismo. “Es un colosal abuso de poder. Quieren anular los poderes legítimos del presidente para impedir que el pueblo estadounidense disfrute de las políticas a favor de las que votó en cantidades récord”, dijo, pese a que los resultados electorales del pasado noviembre desmienten esa exageración.
“Hay mucha gente en éxtasis, celebrando [la sentencia] por todo el país”, añadió al rato, sin detallar dónde ni cómo se estaba escenificando ese júbilo.
You must be logged in to post a comment Login